En Medellín hay alrededor de 2.000 adultos mayores desprotegidos.
Hace una década nada hacía pensar que Benito Bosco y Gladis Niño fueran a terminar viviendo su vejez en un albergue nocturno que paga el Municipio de Medellín.
De alguna manera ambos son el producto de una sociedad en la cual la gente piensa que siempre será joven.
De los 586 mil adultos mayores censados en esta capital, 106 mil están clasificados en los estratos 1, 2 y 3 y alrededor de 2.000 sufren de desprotección absoluta, según la Secretaría de Bienestar Social.
En esa última categoría están Benito, de 74 años, y Gladis, de 70. A pesar de que él tiene un hijo en Venezuela, llevan tres décadas perdidos. Su compañera durante 28 años murió en el 2007. Aparte de eso, con las semanas que cotizó como empleado calificado y profesor de inglés, no alcanzó a pensionarse.
"Hice gestiones y me indemnizaron con ocho millones de pesos hace ocho años, pero eso se volvió plata de bolsillo", cuenta con un acento pastuso que no se le quita aunque lleva media vida en Medellín.
Por mucho tiempo durmió y comió rotándose entre amigos, hasta que se fueron cansando. La carne casi se le pegaba de los huesos porque pasaba días sin probar bocado.
Su salvación, desde hace siete meses -dice- es el albergue municipal que el Municipio tiene en el hotel Maracaná, donde duermen cómodamente 150 personas en circunstancias similares. En otro refugio igual son 50 más.
Vásquez explica que en general son adultos que se rebuscan vendiendo chicles, lustrando o en otros oficios y por eso pasan el día por fuera.
Benito, por ejemplo, hace mandados y Gladis rota por las bibliotecas pendiente de estudiantes que necesiten una ayuda en química.
"A mí no me gusta hacerles las tareas, porque les haría es un mal; si están de afán se las hago con la condición de que vuelvan para explicarles", dice con su acento bogotano.