Este movimiento es el más grande del mundo, con 80 millones de militantes. ¿Cuál es su futuro?
El Partido Comunista de China se fundó en Shanghái el primero de julio de 1921, en una reunión en la que se eligió a Chen Duxiu como secretario general. Unos días después, el 23, se llevaría a cabo el Primer Congreso del partido, en el cual participó Mao Zedong y en el que se aprobarían los estatutos. El ambiente político estaba totalmente confuso. Un año atrás había aparecido la primera traducción al chino del Manifiesto comunista y 10 años atrás, en 1911, había ocurrido la Revolución de Xinhai, que culminó con la abdicación del emperador y que dio inicio al proceso de instauración de la república.
Los primeros años del partido se vivieron entre la influencia de Moscú y las débiles alianzas con los partidarios de Sun Yat-sen. La desconfianza de lado y lado más la muerte de Sun condujeron a la guerra civil que empezó en 1927. El conflicto se moderó para hacer frente a la invasión de los japoneses, particularmente a partir de 1937.
En 1945, una vez derrotado Japón, fortalecidos los comunistas en el sector rural y los nacionalistas en las ciudades, se retoma la lucha por el poder que culmina con la victoria de Mao y la creación de la República Popular China el primero de octubre de 1949. Desde entonces han transcurrido 62 años de gobierno del PCCh -con todos los problemas y éxitos propios de cualquier empresa humana-, al mando del cual se han relevado cuatro generaciones de líderes: la de Mao, la de Deng, la de Jiang y la de Hu. Independiente de los aciertos y desaciertos, se debe reconocer que la China de hoy es fruto de lo que se hizo. Vistas en retrospectiva, las dos grandes iniciativas de la primera generación encarnada en Mao, el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, ayudan a explicar lo que vendría después.
El Gran Salto, con el que se pretendía avanzar en un desarrollo industrial nativo para superar la dependencia tecnológica de la Unión Soviética, a pesar de sus efectos catastróficos en vidas humanas y en atraso, dejó la marca de que es posible hacer cosas. No se pudo producir acero en los hornos de pan, símil con el que podría ilustrarse el intento. Pero se aprendió cómo se cometen los errores.